Rubor facial patológico

Rubor facial patológico

El rubor facial es una reacción fisiológica natural y cotidiana que cualquier persona puede experimentar en cualquier situación de su vida y que se desencadena por situaciones que activan nuestro sistema de alerta o se producen en respuesta a estímulos físicos o psicológicos.

El problema surge cuando esta reacción de rubor es excesiva en su intensidad o frecuencia, o se produce sin ningún estímulo externo que la provoque.

En este caso estamos hablando de un rubor facial patológico, un problema grave que puede llevar a la persona afectada a una clara limitación en su vida social o laboral, con el consecuente malestar psicológico que esto conlleva.

El hecho de que el rubor no se pueda controlar de forma voluntaria o se pueda poner en movimiento sin ningún motivo, simplemente a un pensamiento y en el momento menos deseado, hace que la persona desarrolle muchas veces un miedo o fobia al enrojecimiento, que se denomina eritetofobia, en el que la mera idea de enrojecimiento provoca la reacción de ruborización.

El rubor facial patológico se produce debido a una respuesta anormal del Sistema Nervioso Simpático, que hace que las personas se pongan coloradas ante cualquier situación, sin necesidad de pasar una vergüenza.

Con sólo encontrarse con alguien, si les hablan, los miran o preguntan por ellos, basta para que sus caras se pongan del color de un tomate.

Esta situación impide que tengan una vida social normal, porque desarrollan una fobia social que hace que se aíslen y dejen de exponerse en público.

¿Cuáles son los síntomas del enrojecimiento facial?

En muchas ocasiones la fobia a enrojecer, como la hiperhidrosis, es un síntoma más de la denominada fobia social, que es un trastorno de ansiedad caracterizado por un miedo persistente a situaciones sociales o actuaciones en público, en las que el sujeto teme actuar de humillación o forma vergonzosa.

Además de estos síntomas (rubor e hiperhidrosis), los pacientes suelen presentar otros síntomas físicos en situaciones de relación social, como palpitaciones o temblores, y es frecuente que presenten déficits en las habilidades sociales, con tendencia a evitar situaciones de relación social y a aislarse, así como una autoestima deteriorada.

En este contexto psicopatológico, el problema suele radicar en la importancia que el paciente le da al síntoma (rubor, hipersudoración …), la excesiva atención que presta a sus sensaciones internas y las atribuciones o interpretaciones que hace de ellas.

Los síntomas más comunes son:

  • Ansiedad.
  • Enrojecimiento facial.
  • Abundante sudoración.

Tratamiento

La gran respuesta para estas personas es la simpatectomía, con la cual hemos obtenido un 95% de satisfacción entre nuestros pacientes. “El 30% de los pacientes que sufren rubor facial patológico tiene también hiperhidrosis o sudoración excesiva en la cara, manos y/o axilas, por lo que con la simpatectomía damos solución definitiva a las dos patologías”. Entre los posibles efectos colaterales, hay que mencionar a la sudoración compensatoria, que significa que transpiran más en ciertos lugares del cuerpo, como espalda, abdomen o piernas cuando la temperatura ambiente es elevada o están haciendo ejercicio físico. Sin embargo, los pacientes aseguran que es una molestia mínima comparada con lo que tenían antes y no obstaculiza las relaciones con otras personas.

La simpatectomía se realiza con anestesia general a través de dos incisiones axilares de cinco milímetros. Por una de ellas se introduce una cámara de video y por la otra el bisturí ultrasónico o láser que resecará el ganglio T2 de la cadena simpática torácica. La operación dura entre 20 a 30 minutos y es ambulatoria. Pueden volver a sus actividades normales después de 48 horas, pero los ejercicios de tren superior no son recomendables durante quince días. Los resultados son inmediatos.

Consulta ahora

    Dr. Víctor Gómez Ponce experto en Rubor facial patológico

    El Dr. Víctor Gómez Ponce es cirujano torácico especializado en los procesos patológicos que afectan a toda la cavidad torácica, en concreto a los bronquios, costillas, diafragma, esófago, mediastino, pleura, pulmones y tráquea.

    Experiencia profesional y desarrollo académico lo convierten en uno de los más reconocidos cirujanos peruanos.

    Se ha desempeñado como presidente del cuerpo médico del Hospinal Nacional Guillermo Almenara y jefe del servicio de Cirugía de Tórax de la misma institución. Además es miembro de la Sociedad Peruana de Cirugía de Tórax y Cardiovascular, de la Academia Peruana de Cirugía, de la Asociación Peruana de Transplantes de Órganos y Tejidos, y de prestigiosas organizaciones internacionales.